lunes, 12 de noviembre de 2007

Kojudópolis, sí.

Sí, cómo no. No fue un pensamiento etéreo. No fueron ganas de hacerme la moderna. O la graciosita. Pasé días buscando el término correcto, la elección de la etiqueta autoimpuesta que me definiera ante ustedes. Queridísimos cibernautas. Solitarios, anónimos. Finalmente honestos navegantes. No, no fue una flatulencia creativa. Fue un profundo acto de reflexión. Porque somos una bolsa de kojudos. La humanidad en sí, digo, claro. Somos el hongo del planeta. El comegén del cosmos. Si pudiéramos y no fuera tan caro hace rato tendríamos cohetes basureros que se lleven nuestros deshechos lejos de nuestro patio trasero. Y luego nos llovería caca. What´s the problem, si hay so many estrellas. Producimos al año el doble de comida para alimentar a la humanidad entera y en hemisferio sur del planeta la gente se muere de hambre. Y en algunas partes de hemisferio norte también. Y en cierto país del norte están todos los gordos muriendo de soledad, exceso y atracón. Y nosotros escribiendo blogs. Navegando en internet. Y lo peor es que, dada la corrupción personal y el desencanto del tiempo moderno estoy yo aquí, dándo cháchara moralista, en vez de estar escribiéndo mis queridas notas por las noches, después de haber trabajado no sólo para mí y los míos, sino para todos. Y estoy aquí, evaluando si seguir la cura de mis daños emocionales a traves del Ayahuasca o si empiezo a tomar Prozac y no quiero darme cuenta de la única verdad tangible. Y es que somos animales. Somos antes que nada una gran manada. Y podemos sentirnos. Nos sentimos. Ya está tan estudiado que somos seres de electricidad y agua. Es decir, somos mamíferos transmisores y receptores de energía. Lo que quiere decir que aunque lo odiemos, nos sentimos. Aunque nos vayamos a vivir a Bel Air. Sentimos a los niños del Africa muríendose de hambre. Sentimos el llanto de la mujer y sus hijitos andinos maltratados por el padre ignorante. Sentimos el dolor de los niños violados por primera vez en Bangkok. Somos una gran bolsa de agua electrificada por la vida. Y sentimos todo. Y cuando dejamos de aceptar que sentimos, ya sea por decisión propia o medicación, nos convertimos en seres agresivos, indolentes al dolor ajeno. Y hacemos guerras (?). Y nos convertimos en la gran costra de la creación. Con nuestras ciudades de asfalto y nuestros lagos de petróloeo.
Y nosotros, los artistas de nuestro tiempo, los jóvenes -que somos hoy y no seremos mañana- que poblamos el planeta en el año 2007, ¿en qué carajo andamos? Algunos -solitarios, radicales- dan la lucha real. Hacen, no piensan, ni dicen. Y la mayoría terminan solos, amargados por la deserción de otros que empezaron con ellos tareas titánicas - cómo no va a serlo, si hacen el trabajo que deberíamos hacer cada uno de nosotros- pero que luego, ahogados por el combate contra la realidad y la burocracia y su propia indolencia escogieron mejor dedicar su vida a sí mismos y dejaron a sus compañeros de justicia solos, con trabajos imposibles. Los demás estamos pensando en nuestras cuentas, en nuestra profesión, en nuestra familia. Además queremos resaltar. Tener liquidez. Libertad. No ser olvidados. Ser respetados. Ser inmortales.
Somos tan kojudos que no pensamos a largo plazo. Y la verdad es que la gente se va a olvidar de Einstein. De Marilyn. De Cristo. Un día el tiempo habrá terminado su desfile y quedará sólo polvo y basura, como si hubiera pasado una procesión interminable, seguida del más grande carnaval. Sangriento, como hubiera visto García Marquez. Efectivamente, llegará un día el viento de nuestra soberbia. O tal vez sólo el del ciclo cumplido. Y se llevará de raíz lo que habrá quedado de nuestra civilización. Como una gran aspiradora de justicia cósmica. Y se llevará consigo los huecos que dejaron las balas en las paredes. La voz del último niño llamando a su madre. La lágrima que derramará el último hombre. No por todos los hermanos que ha enterrarado desde que nació. Sino por él mismo. Por su infinita soledad. Por su grandiosa estupidez al comprender, cuando ya no tiene ningún sentido, que tanto dolor y tantísima muerte pudo haberse evitado tan sólo con abrir los brazos, los ojos, la mente.

Si, kojudópolis, si.
Qué puede opinar una mujer blanca de clase media, limeña.
Qué carajo puede opinar un actor.
Puras kojudeces, seguramente, nada más.

4 comentarios:

Maria Hierba dijo...

yo ya elegí, entre despreciar a la humanidad abiertamete o hacerme la loca. me hago la loca.

y para hacerme la loca tuve que elegir entre tomar pepas o evadirme con hueveo puro y duro.

elegi huevear. juego GTA y ahi me desquito pateando y atropellando gente (hasta te dan puntos por hacerlo).

viva la tecnologia

K. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
natalia dijo...

ahora es cuando empiezas a vivir de verdad, cuando dejas de estar adormecida y andar dormida por la vida, ahora es cuando con los ojos abiertos debes observar, pelear y vencer. Una vez escuhé o lei, no lo recuerdo, que para cambiar el mundo solo hacen falta actos de amor, tan simple como eso...

K. dijo...

Muchas gracias Natalia. Bienvenida por aquí.