domingo, 30 de noviembre de 2008

Los Cadillacs y Uno

Entonces llegó finalmente el sábado 29. Yo tenía mi entrada desde hace un mes conmigo. Son Los Fabulosos Cadillacs, 10 años después. 10 años después. Qué hacía yo hace 10 años? Quién era uno hace 10 años? Creo haber vivido en el Centro de Lima, en la cuadra dos de la av. Grau. Habíamos llamado la casa De los Brujos, ya que antes había sido de los Bichos, una agrupación teatral. Y los Brujos eramos E. -que en la época se llamaba H. - F., y quien les habla.
E. y F. eran artistas plásticos, estudiantes y dirigentes estudiantiles de la Facultad de Arte de la Católica. Teníamos muy poco dinero y muchísima pena. Pero más risa y salsa, y nos divertíamos a lo grande. Yo formé junto con la extsma. Dra. P. Martínez la delegación juvenil CGP, Cuidado Gente de Paz. La casa estaba siempre llena de sus trabajos a medio terminar, de nuestras pancartas, de las propuestas para las instalaciones, de elementos teatrales nuestros y ajenos. El lavaplatos estaba siempre lleno, pero F. y yo le perdonábamos a E. -entonces H- que no lavara los platos, por ejemplo, porque E. nunca se enojaba. Siempre estaba de buen humor a pesar de su pena y salía con alguna esquina chistosa y no quedaba más que reírse con él, hacer uno mismo la chamba e invitarle un café con ron, que ya son las 11 de la mañana. Sin embargo, concientes de la depresión galopante que sufríamos los tres a coro y a veces también en intervalos, intentábamos mantener la batalla contra la molicie con ferocidad. Cada 28 días aproximadamente, poníamos un casette de F. con marchas de los italianos carbonarios. O el lado B, que era de los revolucionarios que lucharon contra Franco en España cuarenta años atrás. La marcha nos ponía pilas y nos permitía batallar no sólo contra nuestras muchas adicciones, contra nuestro alcoholismo y depresión galopantes, no sólo contra el gobierno tirano de Fujimontesinos y sus helicópteros dando vueltas sobre el solar de la casa, sino también contra Lima en sí, contra el Centro, contra la esquina más contaminada del Perú que es sólo a dos cuadras de la casa, en Abancay con Grau. Aquí colgamos la ropa y la sacamos negra del cordel. Imagínate tus pulmones sin contar todo lo que fumas. La marcha nos ponía pilas, encauzaba bien nuestra tensión por batalla higiénica. También escuchábamos un disco que yo tenía. Era el disco del Matador, de los Cadillacs.


El sábado 29 me encuentro un parqueo guiada por la Luz del Todopoderoso por el que pagué 10 soles. Llego sola, encomiendo mi VW a Jesús y a San Judas Tadeo. Confirmo que tengo mi entrada. Pongo el brazo de fierro que engancha el embrague al timón ya que a los santos en el centro nunca les viene mal un refuerzo. Corro. Es tarde. Puchos. Puchos de Oriente. Encendedor. Dejo el teléfono, igual no hay señal. Corro. El concierto va a empezar. Llego al estadio. La entrada para Fabulosos? Al otro lado, por el otro lado. Corro. Finalmente llego a la cola. No mucho después estoy adentro. Me encanta entrar a los estadios en los conciertos. Me sigue pareciendo fascinante. Las paredes de gente dispuesta a pasarlo bomba me alegran como cuando de chica iba al circo. Ví algunos niños, qué machos. La energía de tanta gente es como estar en un mar bravo. Busco mi lugar entre la gente. Lo encuentro.Alguien tira su vaso y nos baña en cerveza. Siento una sed extraña, celular. Pronto un grandazo se para enfrente mío. Le paso la voz, no te pases, grandote. Una vocesita amable se ríe de la situación y empieza a conversar conmigo. Pensé que era la novia, pero era sólo una amiga. Se llamaba P.

Era maravilloso desayunar con los Brujos. O almorzar. Cenar también era fantástico, a menos que saliéramos a cenar fuera. Por que por alguna razón ya no volvíamos. Creo que la gente nos quería o nos quería ver muertos , pero sencillamente nos encontraban por la calle, o nos los encontrábamos por ir a comer ravioles al Quierolo y nos dábamos con los amigos que nos querían o nos querían ver muertos y no paraban de intoxicarnos y darnos de beber. Por lo general lo pasábamos fantástico a pesar de la pena y de la narcolepsia de F., y nos dábamos soporte conjunto durante la resaca. F. cocina muy bien, y mis fideos son conocidos por reconstituyentes y terapéuticos. Esa. Entonces hablábamos, siempre alrededor de la cocina. Teníamos buenas ideas. Ganas. Muchos amigos artistas, abogados, estudiantes de todo tipo queriendo hacer un cambio. Y el cambio un día llegó. Y después de eso toda la fuerza que habíamos llegado a ser se disolvió. Más o menos, como el movimiento grunge o el jipi, sólo que mucho más rápido. Me preguntas qué pasó? Yo creo que fue el trago, y las engañosas toxinas que en el Perú se encuentaran. Hay ciertas cosas que no puedes hacer si vives en Lima. Si estás de paso, bueno, pero no si vives aquí. Si eres peruano o residente y tomas esa ruta, estás condenado al deterioro. Mieles tóxicas a la vuelta de la esquina, o por veinte soles llegan en moto. Olvídalo. Mal plan.

P. resultó simpática, locuaz y amiga de mi hermano. Fumadora feroz. No había pasado una hora de concierto y yo ya no tenía tabaco de oriente. Mi cajetilla de puchos se veía peligrosamente adelgazada. A la mitad del espectáculo me sorprendió de nuevo esa sed rara, urgente. Me dí cuenta de que estaba en un concierto, y que esas cosas pasan en los conciertos. Un calor absoluto. Sopor. Me voy a desmayar. Me estoy deshidratando. Busco en mis bolsillos y recuerdo. No he traído nada de plata. He dejado todo en mi cartera. Debajo del asiento de mi auto. A cinco cuadras del estadio. La pienso y se lo digo. P., por favor, préstame plata para comprar agua porque siento que me van a sacar cargada. Me dió vergüenza pedirle plata sin conocerla. Lo que se dice en Lima, roche. Sin embargo P., muy buena onda, se puso en camino conmigo hacia el agua.

Antes, yo era una chica sana. De verdad. Bueno, más o menos. Cuando terminé el colegio y en un intento por salvar mi vida , me fui a vivir a Cuzco. En esa época dejé hasta de comer carne. Cuando llegué allí ya sabía que el alcohol sacaba lo peor de mí, así que dejé de tomar. Sólo fumaba. Tabaquito peruano y tabaquito de oriente. Y de coca nada. Hacía rato había visto que era el puto Innombrable, el Coludo mismo. En ese tiempo era una chica inteligente y sana. Trabajaba en un bar miserable. Una noche, cuando ya estaba en Cuzco casi 8 meses, cuando ya extrañaba el olor del mar a muerte, tocaron los Cadillacs en el festival de la cerveza Cuzqueña. Pedí permiso para ir. Adoraba a los Cadillacs pero había algo más fuerte que la fanaticada: extrañaba mucho a mi hermano con quien escuchaba su música. Mi hermano skater, mi compañero. Lo extrañaba mucho y quería saltar en el concierto y contarle, Mano fuí, estuvo mostro, sobre todo porque él por ser menor había tenido que quedarse sólo casa que en ese tiempo ya era un infierno. Me sentía morir por haberlo dejado sólo ahí, aunque él supiera que sólo intentaba salvar mi vida. Quería ir, ir y contarle. Pero, naturalmente no me dieron permiso y me quedé en el bar miserable escuchando el concierto que sucedía en Sachsayhuamán mientras yo me congelaba los dedos lavando vasos en Miseria Bar & Lounge. Al terminar, fuí al Mamá Africa a buscar a mi amiga Dul - mayores referencias aquí -. Ella trabajaba allí. Cómo estás, hasta el culo. Porqué. Quería ir al concierto de los Cadillacs. Ya. Si. Y no te dieron permiso?. No. Que kagada. Si. Bueno. Quieres un trago. Bueno. Pausa. Sabes. Han venido unos amigos de Buenos Aires. Se van mañana y quieren ir a ver el templo de la Luna. ´Tas loca? Son las tres de la mañana. Ya, pero ellos se van mañana por la mañana, y quieren ir a conocer, Vamos?.Pero tú los conoces? Los conoces bien, bien? Son mis patas, son de mi barrio, de Palermo Viejo. Pero está lejos, qué frío. Vamos a ir en taxi y volvemos. Nunca había ido a las ruinas en Taxi. Vamos floja. Bueno. Bajo. Todavía estoy sonada por la impotencia. Todavía retumban en mis oídos los tambores lejanos que no pude bailar. Bajo las escaleras, no estoy prestando atención.Abajo ya nos espera un taxi amarillo, una station vagon. También está nuestra amiga chilena, Niní. Vamos, ya? Subo al auto. Un pelado y uno más gordito se suben también. El sitio del copiloto está libre. Tienen una energía intensa y me asusto un poco. Ya no se si sea tan buena idea. Sin embargo, me quedo. Creo en profundamente en Dul. Alguien abre la puerta del copiloto y sube rápido, como quien sale de un aeropuerto. Comenta algo con el taxista. Veo su perfil. Sus pestañas largas de borracho. Era Vicentico. Partimos.

P. y yo habíamos logrado con éxito nuetro objetivo de conseguir líquido elemento. Un maravilloso ambulante fue mi oasis y me tomé la botella casi de un trago. Efecto esponja. P. también bebía pero ella no tenía tanta sed. Estuvimos viendo el concierto desde lejos, que se ve mejor. Pero pronto comenzamos a extrañar la locura de la gente y comenzamos nuestro camino hacia el kaos. Le dije a P. Tu anda adelante que sabes dónde está tu amigo, y ella comenzó a andar. Habíamos avanzado unos seis metos cuando veo que P. abraza a una chato de camisa negra. Yo en realidad no la conozco, así que en ese momento mi cerebro procesa: a: Será lanza la chata?, b: Será una técnica seductora para avazar?, c: Será su pata? Y mientras pensaba estas cosas entre ellas por qué no avanzas de un vez, veo que P. se tambalea, se cae para un lado, choca contra la gente que por instinto se abre, no cae, choca contra otra gente que está detrás. Se desmaya! No jodas! Por fin se da cuenta mi cerebro de la ecuación alucinante. Se cae. Reacciono. La chapo al vuelo. Tranquila. No te caigas. Permiso. Abran paso. Permiso. Permiso por favor. Empiezo a sentir el calor. Permiso. Algunos no se mueven. Piensan que... Qué piensan no sé. Me acuerdo de cuando en la calle tratan de pasar las ambulancias, nadie da pase, están todos locos. Permiso! P. se desploma del todo en mi pecho mientras la abrazo, ahora sí pesa. Vomita. Vomita agua. Permiso! Permiso conchetu...
Antes de ponerme ordinaria o grosera, dejo a P. en el suelo de costado donde ya no había tanta gente. Para que no se muera como estrella de rock ahogada en sus vómitos, pienso. Salgo corriendo a buscar a algún tipo de seguridad y me acuerdo de la cartera de P.. Regreso. Una mujer sabe lo que es una cartera. Ahora sí. Corro. Veo a un tipo fornido con polo rojo y casi lo mato de un infarto. Socorro! El muy kojudo se fue al concierto con un polo del mismo color de los de seguridad. Pero era un fumeta cualquiera. Me doy cuenta por su polo sin iniciales y por su cara de urgente disentería, recién noto que lo tengo cogido del brazo y que allí está su novia. Lo suelto, sigo corriendo. Todo parece un video juego. Por fin veo a un tipo de seguridad. Confirmo preventivamente las siglas del polo. Lo agarro desprevenido y casi lo mato de un infarto a este también. El fulano fornido pegó un salto kojudísimo, sólo le faltó gritar miau. Yo también salté del susto por su susto. Cuando le ví la cara me dí cuenta de que era hora de que me calmara un poco. Me entró una risa loca que disimulé al vuelo mientras empezamos a correr hacia P. Juraría que al tipo de seguridad se le habían literalmente parado los pelos al verme aparecer como un loco calato de entre la gente. Y que sus labios se habían puesto súbitamente de un suave color verde palta. Allí supe que todo estaría bien. Que la chata se había desmayado por fumeta, y por tener, gracias a Dios, la barriga vacía. Parada en la puerta del tópico noté que estaba húmeda de sus sustancias. Pero me sentía contenta. No olía, P. estaba bien, la cartera estaba allí con ella, y yo tenía una historia para contarles. Me acordé de pronto que hacía un rato yo me había sentido mal, y que ella me había dado de beber. Qué hubiera pasado si ella hubiera decidido no hablarme. Si no me hubiera invitado el agua. Si no hubiéramos estado juntas en ése momento. Más adelante y a los lados, la magnífica fiesta seguía como un dragón inmeso que se traga la pena. Los Cadillacs Cantando para vos.


Llegamos al Templo de la Luna por senderos oscuros llenos de baches, sin contratiempos. Cuando bajamos del auto lo saludé. Hola, le dije. Hola, dijo él. Muy amable. Y siguió andando. A mi ese señor me parece de lo más sexy del mundo, y yo estaba muy soltera, y muy mística, y dispuesta a aceptar cualquier regalo que me viniera del cielo sin buscarlo. Pero al llegar al Templo, mientras los otros dos músicos fueron a ver las ruinas, el Gitano Calavera se fue sólo a ver la luna más allá, trepando una colina. Me quedé viendo a dónde iba. Lo que hacía. Me gustaba mucho de verdad. Mi lado femenino despechado, probablemente, me sugirió que su alejamiento podía ser una pose de rock star. Pero algo me decía que no era eso. Tal vez el lenguaje no verbal. Uno sabe mucho más de lo que cree saber. Uno sabe todo. Le pregunté a Dul qué onda ese chico churro que me gusta, y señalé la colina. Quién, él? Si. Uy, me dice, está jodido, se acaba de enterar que va a ser papá. Anda! Y qué, que pasa, no está contento? No, me dice, está feliz, no lo puede creer. Y por qué me dices que está jodido? No, está jodido para tí, digo... El está casado, adora a su mujer... Dul me enseñaba cosas siempre. Voltié a mirar a este chico mítico que miraba la luna. Eso era lo que tenía, pensé. En el silencio, bajo el cielo lleno de estrellas, recordé algo que no recordaba desde niña, y era que lo sagrado también podía ser real, tangible.

El concierto continuó, sin contratiempos. Hubo dos cosas que me llamaron la atención. La primera fue que cuando tocaron el Genio del Dub, su mega hit, el mensaje que dió el genio en un susurro subliminal fue si no vas a terminar lo que comenzaste una vez, que me pareció un mensaje clarísimo a nuetsra generación un día combativa y questionadora, hoy cómoda y panzona generación X. Recordé entonces a los Brujos. A quienes no veo ahora casi nunca aunque seremos siempre hermanos. El otro momento importante fue cuando tocaron precisamente Matador. Cuando vino la parte de cantar yo no voy a la guerra, a la violencia, a la injusticia, ni a tu codicia..., Mr. Tico nos pidió a todos bajar mucho la voz. Quiso que cantáramos esa parte en un gran susurro, como un peligroso secreto. Alguien gritó y dijo, Eso, a ese borracho hay que sacarlo, riendo. Lo intentamos. Intentamos recordar lo que ese coro significó una vez. Hicimos un gran silencio. Pero cuando llegó la hora de cantar muchísima gente no había comprendido o no le interesó comprender y cantó a gritos.

Sin embargo, en esa gran soledad, mi niña -la que está adentro, quieta, mirando las estrellas - no pudo evitar sentir que ella algo había captado. Una vieja, silenciosa y conocida alegría comenzó a arder en mi corazón.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Guau Internacional

Guauuu!!!
Como han notado, he puesto este contador global de gente en línea... Guaaauuuu!!! No es alucinante? En este momento hay un alma en Sakura - Japón, otra en Italia, otra en San Bartolomé - España, otra en Chicago, otra en Zapopán - México, otra en Caracas - Venezuela, otra en Cali Colombia!!! Una en Viña del Mar en Chile y otra en Lanús, Argentina... Esto es A- LU- Ci- NAN-TE...
Aajajzxzxxas... en verdad no tengo palabras... Kojudopólitans del Mundo, unidos por una eléctrica red de webeo y reflexión, unidos por las partículas que también flotan weberas en el universo, sabias y silenciosas...
Un abrazo del tamaño de la Atmósfera para todos ustedes, pero sin hueco ozónico.
Abrazos de veras,
K.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Salir en los Periódicos

Quisiera escribir más seguido pero por ahora no me es posible. Algo le pasa a mi monitor y tiene una curiosa tendencia al turquesa. Siento además que, efectivamente, me sancocha la retina. Casi puedo oír el shhhh en la córnea, hipnotizante como el canto de una parrilla. No me parece muy saludable, así que voy a la Interné de la esquina a ver mis correos, y me es difícil conectarme con Kojudópolis y con uds., amados Kojudopólitans, allí, porque todas las baterías bravas de la zona están jugando modernidades violentas que desconozco, parecen pasarlo bien y todos tienen más o menos la misma pinta y edad del protagonista del video que les presenté en el último post. Escuchan música a todo volúme, se llaman por chapas como Smoky, se kagan de risa con risas de cacatúa, y pienso Como los chicos de mi barrio, los que montaban Eskei.

Pero de esto hablaré en el próximo post, porque es con ellos con los que toqué en mi banda, y tengo ganas de hablar de ellos.

Pero hoy hablaremos del privilegio del salir en la prensa escrita. Hay muchos profesionales que tienen un perfil bajo. No es el caso de los de mi profesión. Sea como sea, salir en los medios por vías no corruptas, ser reconocido por tu trabajo, tus cualidades o lo que fuera, es una bendición para mucha gente. Que se hable del duro recorrido que tuviste que andar, o de las brillantes ideas que tuviste, o de lo guapísima que estás o de lo maravillosos que están tus cuadros. O que recomienden la pollería que con tanto sacrificio levantaron tus abuelos, y luegos tus padres y hoy tú, que con lágrimas en los ojos sales en el periódico mostrando el premio que te has ganado por llevar tu pollería a franquicia internacional. Abriste tu corazón, yu nou?. Y salir en la prensa escrita tiene una característica especial. Es pues, el papel, dirían por allí, Un elemento vivo, orgánico, tangible. Y es verdad. Es bonito abrir el periódico y verte allí. La verdad te kgabas del susuto a la hora de la foto, Que bueno, no se nota, el fotógrafo no te sacó tu mal ángulo, Si nos hicimos patas, le invité papitas, y el editor ha estado con ganas de reventarte cuetes así que todo bien, todo lindo, es un día de playa, abres el periódico, tu cacharro sonríe classy, y todo es supra kul.
Luego pasa el, digamos, enamoramiento. Tú mismo cierras el diario, te quedas con la agradable sensación pero ya lo cerraste, porque ya fue pues, no? Ya fue. Ya no hay que caer mal. Lo guardas bonito para el burrículum y te olvidas. Un día lo vuelves a ver y piensas Qué bonita nota, o Cómo pude sentarme así, o Cómo pueden haber pasado tantos años, o Estuvo bien el maquillaje, o En ésa época era tan infeliz - feliz, yu neim it.
Pero el resto, el mundo, como siempre, dale y dale con esa costumbre que tiene de dar vueltas. Cual vulgar engranaje de sabe Dios qué reloj kósmiko. Y entonces suceden cosas como que la señora que tan contenta se puso de verte en el diario, te entrega arropando al pez en su última mortaja. O te encuentras con tu hermosísima y franca sonrisa engalanando la higiene de algún tacho de basura. O envolviendo detritus de perro. O siendo mortaja de perros, de gatos, de mutilados en ajustes de cuentas en entierros improvisados. Te encuentras debajo de las repisas de algunas casas, y si la foto era sexy en cuartos de jeropas, en Mechanical Studios. Y ni hablar de la gente que se quedó sin PH en la carretera que cruza el desierto de Sechura.

Salir en los periódicos es, como muchas cosas en Kojudópolis, importante e irrelevante a la vez. En el caso de los artistas es casi vital. Pero es curioso que a su vez deje una sensación de intrascendente tristeza.
Preocupante,
Kontaminante,
Kasi kasi indeseable,
movimiento del mundo.

PD.
Habiendo escrito esto informo que en Kojudópolis estamos a punto de levantarle un monumento al Sr. Aldo Mariátegui, dir. del diario Correo, por haberse sumado a la cruzada en contra de la contaminación en Huachipa. Supongo que para eso sirven los diarios. Se han cerrado 11 fábricas en trabajo conjunto, pero la verdad es que la presencia de los medios siempre agiliza las cosas de este tipo.

LUCHA LIMEÑO.
LUCHA TERRÍCOLA.