sábado, 26 de junio de 2010

Vuelvo

De la Sombra. De la Guerra. De noches perdidas en medio oriente. De ser atada en la hoguera. Vuelvo. Son más de dos años y medio, sin parar de actuar, actuar y actuar.
Y ahora?
Miedo de mí.
Y sin embargo, prevención. Escribo. He parado para escribir más. Para preparar cierto proyecto mediático del que ya les hablaré. Pausa. Regreso al verbo, al silencio, a casa. A la tv encendida con dibujitos animados, el olor del almuerzo, la voz de mi bebé.
Ahora que vuelvo de la sombra de la Guerra encuentro mi casa cambiada. Hay alguien que ya no está. No recuerdo quién es. Pero sé que es alguien. Recojo mis memorias con horror y corro a la sala: allí está mi niña. No, no es ella, ella está aquí, jugando jueguitos que yo no alcanzo a disfrutar, las heridas de la guerra me rebasan, estoy muda desde los desiertos del silencio, me llaman al campo de batalla, necesito regresar, volver a hurgar entre los cadáveres, hay alguien que se me ha quedado en algún lugar hay alguien y no sé quién es. Y no sé dónde buscarle.
Olas de pánico me mecen. Un año y medio sin parar y ahora la vida. La realidad. Y por elección propia, además. Para crecer. Para desafiarme. Para continuar en el fondo este camino que en realidad me camina a mí. Y me deja sellada para siempre.
Ponerme de pie. Mirar alrededor. Una niebla densa me impide ver. La realidad. Una niebla densa dentro de mi ojo, en la sala, una suerte de legaña maligna, un dolor, no sé.
Estoy en ese barquito que te salva en altamar. Es sólo un barquito. Sé que es cuestión de tiempo y reventará con las olas. Debo aprender a nadar. A nadar. A nada. R.
Por ahora sólo me ahogo un poco. No vuelvo con luces. Regreso cansada. Regreso tullida. Regreso triste, dubitativa. Regreso enferma de pena y rabia. Alguien se me ha quedado en el camino.
*
Creo que soy yo.
*
Vuelvo por mí. Y ustedes después de viaje tan largo, siguen acá.
*
Sois extraños.
*
Por eso, tal vez, entre otros, me caen bien bien, Cyberfamilia.
*
Tampoco me preocupo. Es cuestión de dejarle todo a esta puta resilencia. Ahora soy un fénix desplumado, un dragón flaco. Un otorongo sin divinidad ni tierra. Un pajaro enférmo. Pero fénix, dragón, otorongo y pajarito al fin. Eso recuerdo. Dónde era? Cuándo era? Con quién fué?
*
Ah, sí, alguna vez de la mano, conmigo.