martes, 19 de mayo de 2009

Sara Hellen o la Guerra a la Autocompasiòn

Estamos a pocas semanas del estreno de nuestra performance Sara en el Icpna de miraflores. Sara, por Sara Hellen. Sara Hellen que es tambièn Marìa Magdalena, Eva, Lilith, Juana, y tantas otras.
El equipo y yo estuvimos de viaje por pisco este fin de semana, investigando y haciendo el debido pago para pedirle permiso a Sara de hacer este espectàculo inspirado en ella. Pasaron muchas cosas. Francamente en un momento nos entrò un poco de pànico. Por alguna razòn, ya en el auto, empezamos a preguntarnos ¿Y si Sara en realidad no era una chica libre y mìstica que querìa conocer el poder de las plantas curativas, sino que era un brujòn que se tragaba niños tiernos? En medio de esta disyuntiva, en medio de la noche prieta de la carretera al sur, un gato (rubio)vomitado de las profundidades de la tierra, cruzò la pista a una velocidad endemoniada y fue derecho a encontrar la muerte bajo nuestra llanta delantera izquierda. Bum. Gritos. Mierda, el gato. Carteles de retorno a Lima parecìan multiplicarse ante nustros ojos. Nuestro productor llama a su bruja personal. No nos da esperanzas. Le da muy mala espina. Silencio en el auto. Terror. ¿A dònde vamos? ¿Què estamos conjurando? ¿Està bien lo que hacemos? ¿Quièn es esta mujer que nos llama y nos hace hablar de ella, viajar a verla? ¿A quièn estamos representando? ¿Y si es un ser maldito? ¿Nos caerà a nosotros tambièn el peso de su miseria?
Pànico. Viaje largo hasta que llegamos a Chincha. En Chincha era santo de una vieja amiga de nuestro director G. , Maribel. Una morena bellìsima que baila como Dios. Què lindos en Chincha todos, que morenos. Què lindo el tiempo muerto como la tierra que pisas entre los algodonales. Què lindìsima la verdad de este pequeño pueblito a pesar de tanto turismo. Què ùnico. Què ciertas las estrellas que brillan sobre ellos. Allì se nos pasa un poco el susto a punta de Tutuma y vinito helado, Pisco, cervecita y menjunje de la abuela. Tres decentes nos vamos a dormir, dos se quedan tripeando.
A la mañana siguiente vamos a recoger a los triperos y dicen, Hay que recoger el celular de P. en el Guayabo, se le ha quedado allì. El Guayabo es un pequeño pueblito muy , pero muy particular. Mucho màs perdido en el tiempo que Chincha, mucho màs pequeño. Lo amè por anàrquico, las casas no tienen ninguna distribuciòn lògica y parece un poco la aldea de los pitufos o una suerte de jardìn-del-desierto-y-algarrobos-Zen.
Allì me encuentro con mi loco. Poque a mi los locos me quieren, me buscan, me encuentran, me hablan, me tocan y por lo general sonrìen o lloran conmigo y me bendicen. Esto me hace sentir muy especial. Tal vez sòlo sea que tengo gancho para los locos, pero no deja de asombrarme. Me pasan la voz en la calle, me saludan sonrientes desde los basurales. Sòlo una vez el Loco Achiote - que en paz descanse- me metiò un zopapo, pero esa es otra historia y puede ud. leerla aquì. Llegamos al Guayabo y yo manejaba la camioneta. Unos hombres beben sentados en la puerta de la casa donde se encuentra el telèfono de P. Son sòlo las diez de la mañanba, pero el sol azota. Entonces lo veo. Me ve. Viene. Le digo a la gente en el auto: Aquì viene. Parece sòlo un borracho alegre. No es un borracho. Es un pastrulo en tragos. No està alegre. Està muerto y rìe. Se acerca a mi ventana. Me provoca salir corriendo. Cerrar la luna. Irnos. Siento su ira. Es violento. Quiero irme. No se puede. Me quedo quieta. Y sonrìo, sonrìo siempre. De frente me pide besos. Uno en cada cachete. Esos se los doy contenta. Pero luego me habla. Me habla cosas que nadie entiende. Borbotea palabras. Despuès de un rato me fija los ojos y me pregunta muy claro, ¿Tù sabes quièn soy yo? Lo miro, trato de recordar. Estamos en Chincha y èste puede ser un mùsico famoso o un bailarìn caìdo en desgracia. Trato de reconocerlo con mi cerebro precario. Entrecierro los ojos. No recuerdo. Pero èl me mira muy fijo. Tù me conoces, me dice y me clava los ojos en la espina dorsal. Entonces lo reconozco. Claro que lo conozco. No es el moreno que està enfrente mìo quièn me habla. Es el demonio que lo posee. Es el lado oscuro de la noche. El demonio de la gula, del exceso, del alcohol y la droga. Quìen soy yo, me pregunta la voz grave desde el mulato. La cara deformada en una sonrisa espantosa. Lo miro adentro y lo recojo. Tù eres la luz, le digo. El mulato se rìe mientras evalùa reventarme. Me mira mucho, muy adentro. Me hace caras horribles quiere provocarme miedo. Yo no se lo repito, pero lo repito adentro: Tù eres la Luz. La Luz. El mulato de pronto se va. Se sienta bajo un àrbol. Se lleva una mano cansada a la cabeza. Parece triste, ausente.
*
Cuando nos vamos nos despedimos de èl al paso y èl nos hace un gesto extraño, algo asì como ya pasa pasa nomàs y ya nos veremos de nuevo. Tiemblo. Manejo la camioneta que no me pertenece. Me parece curioso que sea yo quien lleve al equipo (amigos mìos) literalmente a la tumba de Sara Ellen. Yo que me meo de miedo. Me parece lògico. Vamos hacia Pisco. En Pisco gracias a Dios nos damos con que efectivamente, Sara Ellen es adorada como beata. En su tumba dice, SH, beloved wife of J. Roberts. Asì que la han tomado de beata del amor. El cementerio antiguo està destruìdo por el terremoto. De las pilas de escombros escapan los ataùdes centenarios. Asoman encajes antigos, antiguos modelos de ataùd. La tumba de Sara està intacta. Bañada en flores rojas. Rodeada de placas de agradecimiento. Tal vez fue un brujòn. Pero aquì en su nueva casa, un fuerte manto de amor la protege incluso de sì misma.
*
Cuando regreso abro el blog y veo todos sus koments tras mi llamado de auxilio, estoy destruìda. Es que en verdad he estado muy agobiada y triste y no he tenido alma para escribir. Veo sus koments. Todos estàn allì, ayudàndome. Y siento una honesta verguenza. Què fàcil es tener gente a tu alrededor. Què fàcil que es llamar la atenciòn. Què fàcil y còmodo es ser el centro. Yo nunca hago esto. Lo hice sin darme cuenta. Es que aprecio mucho que lean este blog y no querìa tenerlos en el aire. Y lo que me pasaba era eso, concretamente. Me siento contenta sin embargo de haber sido honesta con Uds. En la vida no cybernètica nunca digo que estoy mal. ¿Còmo estàs? Bien. Bien. no importa cuàl sea la verdad. Yo estoy bien. Y sòlo a la gente que sè que me quiere le digo, Estoy hecha mierda. Estoy destruìda. No me gusta la autocompasiòn. Me da mal de estòmago. Es tan fàcil llorar y ser querida. Mostrarse fràgil y obtener amor. No es lo mìo. Pero supongo que, sin conocerlos, les he escrito como a gente querida. Con franqueza, sin màscaras.
Y agradezco mucho su presencia.
Este post es para ustedes. Si Kojudòpolis no tuviera Kojudopòlitans tal vez hubiera desaparecido hace tiempo.
Muchas gracias.
K.

jueves, 14 de mayo de 2009

Estoy destruìda

Y me falta alma para escribir.
Gracias por pasar.
Prometo mejorìa pronta.
Abrazos Kojudopòlitans.
K.

sábado, 2 de mayo de 2009

Got a Nana?

Bienvenidos al mundo de las Nanas. Las Nanas son un gran dolor de cabeza para mì. No sabrìa decir si no he tenido suerte con las nanas que tuve hasta ahora o si son ellas las que no han tenido suerte conmigo.
La primera nana se llamaba C. y me caìa bien. Era silenciosa y andina, joven. Nos llevàbamos bien. Con el que no se llevaba muy bien era con mi novio (que es màs exigente que yo, lo que es un cuadro superlativo). El problema entonces fue que ella no estaba contenta con su vida, y yo menos. Todo iba bien hasta que vinimos a Huachipa. Aquì yo le pedìa las mismas cosas que le pedìa en casa, pero acà trabaja un montòn de gente. Y misteriosamente mi dulce ama campoyana se convirtiò en uns señorita lisa, llena de bufidos. No duramos mucho asì. Un dìa me dijo que necesitaba vacaciones y yo no supe de què àrbol agarrarme para no morir de risa amarga. ¿Vacaciones? ¿A los ocho meses de trabajo? ¿Y a mì quièn me da vacaciones? No lo podìa creer. Pero estaba claro que esa era su manera de decirme que se iba. Y asì, se fue.
La segunda nana la tomè de una excelente agencia de empleos. Pero no querìa ser nana. Querìa estudiar corte y confecciòn. Tenìa 18 años, y todo el derecho a soñar. De pronto le pedìa que limpiara la casa, por favor, que està toda sucia, y se echaba a llorar. Comencè a sentirme como si fuera la bruja mala del cuento y eso comenzò a serme sùmamente incòmodo. ¿Por què tengo que sentirme asì? ¿Con tanta gente que quiere trabajar?
No durò mucho con nosotros y se fuè impecablemente, con su besito y todo, y nos trajo a una amiga de su prima, por que ellas eran de Huaral. La amiga de la prima se llamaba A.
A. de un nombre horrible. Le preguntè si le gustaba su nombre y me dijo que no , que lo odiaba. Ah, ¿no te gusta?. No, me lo puso mi papà para fregarme. Ah, ya... Si, por que cuando era màs joven, habìa tenido una novia que se llamaba asì , y por eso me puso ese nombre. Lo odio. Ajà. Lo primero que hicimos fue preguntarle si querìa que la llamàramos de otro modo y nos dijo A., como cierta actriz de telenovelas. Ok. A. De allì en adelante fue A.- como el personaje de las novelas. Era una chica un poco rara. Su contextura fìsica era clàsica de las mujeres que han sufrido algùn tipo de agresiòn sexual. Encorvada. Pecho hundido. Cola adentro. Pero hay tantas mujeres con esa contextura en el Perù. Un dìa, unos meses despuès de comenzar a trabajar con nosotros, mi novio le preguntò que de dònde sabìa hablar tan bien kechwa. Y allì comenzamos. Era de Ayacucho. Su familia vino huyendo. En su delante habìan matado a sus tìos y primos. Vinieron huyendo. De los militares. De los terrucos. De todos, como siempre. Y viene mi novio con los ojos abiertos y me dice Guau K. , dile a A. que te cuente su historia , es alucinante, es una sobreviviente. Y entonces le pregunto en el auto, camino a Huacondo. Y el camino es tan largo. Y asì ella me cuenta que su novio la acaba de dejar por otra màs joven (16). Y que ya tenìa un hijo con ella. Y que se sentìa vieja (21). (Pobre, la entiendo) Y que nunca habìa querido tener relaciones con èl. Porque le daba miedo amar y que la dejaran. Porque su padrastro habìa abusado de ella desde los seis. Y un tìo desde los nueve.
Silencio. Necesitamos terapia urgente. Esta dama cuida a mi hija. Se ve tranquila. No me gusta su sonrisa. Me perturba algo de ella. Serà mi propio miedo. No podemos cerrarle la puerta a alguien que ha sufrido tanto. Se queda.
Pasan los meses. Llora. Se vuelve sombrìa. Lunes negros. Por què estàs asì. Ayer lo vì, con la otra. Sombrìa. Ya nos vamos a mudar, le digo. A otro distrito, donde puedas conocer a alguien mejor. La plata no llega nunca. Ni la ocasiòn còsmica de mudarse. Los dìas pasan para A. Sombrìa. De todo te enojas. De todo lloras. Para tì soy otra vez la bruja. Dios mìo, tal vez soy yo. Sombrìas. Pasan los meses. Se va.
Le hago una carta de recomendaciòn y se va. Me llaman con frecuencia para preguntarme por ella. A veces me siento mal de no avisar. Me sentirìa tambièn pèsima de avisar. La angustiante historia de A.
A. se fue. Y yo volvì a la agencia. Me presentaron a una dama que sabìa hacer de todo, que habìa trabajado en familias de alcurnia y abolengo y que sin embargo estaba dispuesta a trabajar por lo que yo le pensaba pagar. Debì sospechar. Hablamos. Me miraba con la frente alta y la ceja arqueada. Me parece que un par de veces de arriba a abajo. En un cierto punto de la conversaciòn me pregunta, ¿Y mi uniforme? Y yo le digo, No se preocupe, en mi casa no se usa uniforme. ¡Ah, no!. ¿Sabe quê? Sin uniforme yo no trabajo, me dice, y se va para adentro. Ok. Mejor antes que luego.
Y asì llego a M. (se va el lunes). M. me pareciò amena, sonriente. Es madre de cuatro chicos hombres asì que perfecto, ideal. Al inicio era hacendosa. Lava muy bien. Poco a poco comenzò a pasar cada vez màs tiempo en la lavanderìa. Y mi hijita, que es un sol, a ponerse cada vez màs impositiva y gritona. Todo el mundo me decìa que la nana no era buena y me fui dando cuenta. Cuando encontraba a la bebe con kk de una hora, Ay pues, señora, es que la niña no se deja cambiar, llora. Cuando encuentro a mi hija caminando sola por allì, Ay sì pues, señora, es que la llamo y no viene. Llora. Cuando la encuentro jugando con el encendedor, Si, pues, no deja que se lo quiten, llora. Y entonces no sòlo es el inmenso peligro. Sino que la bebe ahora pide cualquier cosa llorando. Supra may. Surfea en la nana. Hace lo que le da la gana con ella. Puenting. Lo que sea. No te pases.
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Asì que mi bebe tiene casi tres años y cuatro nanas.
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Yo les pido que me enseñen, que me hablen. Yo nunca he tenido este tipo de relaciòn con nadie. Tampoco me gusta mucho eso de un extraño en todos tus momentos kodak. Por eso pido que me hablen, para mejorar. No ha funcionado hasta ahora.
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Espero aprender pronto.