sábado, 18 de julio de 2009

A los nacidos entre 1975 y 1989

Una amiga del colegio me envió esto. Algunas cosas me parecieron muy ciertas y me dió gusto leerlas. Otras son muy fresas - Jamás ví carrusel, o bueno, muy poquito- Y supongo q los cachorros de ahora tendrán sus vacilones...pero la verdad... nada como nuestra libertad de niño sòlo volando cometa, trepándose al techo, lanzando globos. Sólo se le escapó la llegada de Nirvana y el grunge, y el hecho de que somos los hijos del desencanto. Buenos poetas artistas y sin duda, distintos tipos de remodeladores sociales.

El objeto de esta misiva es la de reivindicar a una generación y media, la de todos aquellos que nacimos entre los años '75 y finales de los 80, la de los que estamos siendo actores de algo que nuestros progenitores ni podían soñar, la de los que tomarán las decisiones importantes en un futuro no muy lejano.
- Somos la última generación que hemos aprendido a jugar en la calle y en los recreos del colegio a las canicas (las blancas valian mas), al trompo, a la escondida, al mundo(el que tenia la cáscara de platano era el mejor), al elástico, y a los policias y ladrones (ya todos sabian a quien atrapar) a la vez, somos la primera que hemos jugado videojuegos como pimball (0.30 el rin), atari y super nintendo (0.30 el cuarto de hora), los primeros en ir a parques de diversiones o los primeros en ver dibujos animados en color.
- Fuimos los últimos en grabar canciones de la radio en casettes y los primeros en usar walkman y el chat. (MIRC)- Se nos ha etiquetado de generación X y tuvimos que tragarnos, Salvado por la Campana y Los años maravillosos (te gustaron en su momento, velas ahora...). Lloramos con Carrusel, y nos moríamos si no llegábamos a ver Nubeluz.
- Somos los ultimos en teclear en maquinas de escribir y los primeros en enviar el currículum por Internet.
- Siempre nos recuerdan acontecimientos de antes que naciéramos, como si no hubiéramos vivido nada histórico.
- Aprendimos a programar el video antes que nadie, jugamos el tetris, Mario Bross, top gear, vimos los anuncios de los primeros celulares y creímos que Internet sería un mundo libre.
- Somos la Generación de Nubeluz, Xuxa, G.i. Joe, los Thunder Cats, los Transformers, He-Man y las Tortugas Ninja, Looney Tonnes, Supercampeones, Los caballeros del zodiaco, de los pitufos, La Pantera Rosa , Los Picapiedras, el pájaro loco. Las niñas morian por ver Candy y sufrian por su Anthony.
- Los que crecieron escuchando a Queen, Soda, Madonna, Metalica, Kiss, Michael Jackson y Guns ´N Roses. También estaban las Azúcar Moreno, Magneto y los New Kids on the block.
- Nos emocionamos con Superman, ET, Mi amigo Mac, La Historia sin fin o En busca del Arca perdida.- Nunca hablabamos malas palabras delante de personas mayores...¡¡¡te sacaban el ancho!!!
- Comíamos jugo en polvo y la leche ENCI era buenaza!!! hasta que aprendimos a mezclarla con Nesquik que era más rico aún.
- No teníamos psicologos para problemas de concentración y/o aprendizaje... sino aprendías.. te caía nomás!!!
La verdad es que no sé cómo hemos podido sobrevivir a nuestra infancia!!!!Mirando atrás es difícil creer que estemos vivos:
- viajábamos en autos sin cinturones de seguridad traseros, sin sillitas especiales y sin air-bag, hacíamos viajes de 10-12h y no sufríamos el síndrome de la clase turista.
- No tuvimos puertas con protecciones, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños.
- Andábamos en bicicleta sin casco, ni protectores para rodillas y codos. Los columpios eran de metal y con esquinas en punta. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y solo volvíamos cuando se encendían las luces.
- No había Moviles. Íbamos a clase cargados de libros y cuadernos, todo metido en una mochila o bolsón que rara vez tenía refuerzo para los hombros y, mucho menos, ruedas!!! Comíamos dulces y tomábamos bebidas, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto.
- Compartimos botellas de bebidas y nadie se contagio de nada, excepto de los piojos del cole, cosa que se solucionaba lavándose la cabeza con 'quitoso' o nopucid o en el peor de los casos kerosene.
- No tuvimos PlayStation 4, ni 1000 canales de televisión, ni pantallas planas, sonido sunround, mp3s, ipods, computadores e Internet, pero nos lo pasábamos de lo lindo tirándonos globos de agua o papelitos con liga. Bebíamos agua directamente del caño, agua sin embotellar, Y nunca escuchamos sobre el calentamiento global.
- Cortejabamos jugando a la botella borracha o al verdad o castigo, no en un chat diciendo :) xD =* ,"alguien sabe que mierda significa"? ni pretendíamos llamar la atención mediante un fotolog ni auto denominándonos pokemones ,EMOS, etc.
- Éramos responsables de nuestras acciones y acarreábamos con las consecuencias, no había nadie para resolver eso. Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello. Tú eres uno de ellos?? ¡Felicidades! ya tas bien viejo..Pero que rico añejar así!!! porque estas vivencias no se olvidan así nomás... En fin...vivimos una de las mejores epocas... y q nos envidien por eso... jejeje
nadie tendra una niñez como la nuestra ni una juventud como la que ahora tenemos!
Mandalo esto si quieres que tus amigos sepan q tan mas viejos q la ... jajajaja

miércoles, 15 de julio de 2009

Estación Soledad

Estoy parada frente a la sección tintes de cabello en el Plaza Vea de San Isidro. Casi voy al Wong, Deben tener más colores, pienso, Wong siempre ha sido más surtido, pero hoy no, no hoy. Por alguna razón que va en contradicción directa con los intereses de mi cabello parqueo en el Plaza Vea. Debe ser porque tiene luces más tenues.
Estoy parada frente a la sección tintes de cabello del Plaza Vea de San Isidro. Montones de mujeres guapas, de edades incalculables me saludan desde sus ventanitas de cartón. Así apiladas una sobre otra parecen seducirme desde algún edificio de departamentos sobrepoblado, o desde las vitrinas de algún barrio rosa entre Europa y Disneylandia. Tengo en la mano un chisguete de restauración total- efecto inmediato de Dove. Un resucitador de pelo. De fondo pasan esta canción de Mecano que habla de las palomas al viento, mujer contra mujer. Algo me dolió en el alma desde que entré al establecimiento y no sabía que era. Era esto. Esta canción. Qué me recuerda, pienso. No recuerdo. Llega entonces. Un antiguo amor. Pero no era a él a quién me recuerda. Me recuerda a su hermana mayor. Le habían roto el corazón, su novia no había aceptado la presión social de la Lima de hace 20 años y la abandonó. Eran lesbianas. El recuerdo me atravezó el alma. De pronto estaba ahí parada como quien espera el metro, en esta suerte de andén del cabello, apretando mi chisguete de salvación, a punto de morir , atravezada, muerta de pena. Con tantas ganas, tantas, de llorar allí mismo, no de salir corriendo, sencillamente de dejar correr este mar, este océano que estoy conteniendo, dejarlo libre, salir por olas, dejarlo libre como las palomas esas de las que habla la canción que me las imagino quién sabe porqué gaviotas, volando tan lindo, al raz del suelo, a la orilla del mar.
Atravezada por esta lanza que a la vez que me mata me sostiene y me inmoviliza, me doy cuenta de que sería conveniente comenzar a circular y a actuar normal porque he detectado a una señorita vestida de civil parada a unos prudentes dos metros mío que me observa insistentemente. El tiempo que tiene allí parada, la miradita, el mal gusto de la tenida, la elección inverosímil de los artículos escogidos que de forma incómoda carga entre sus manos, me revelan en un parpadeo que seguridad ya vino a verme. Siempre me pasa. Y más absorta me siento, peor es. Supongo que los deprimidos serán los que más roban. A mí siempre me vienen a marcar. No se por qué. Me gusta pensar que vienen porque me reconocen de alguna novela de hace ocho años. Ja.
Estoy parada frente a la sección tintes de cabello en el Plaza Vea de San Isidro, completamente compungida, emocionada, acontecida, tocada, inmóvil, con ojos de catarata del Niágara en pause. Mi cuerpo entero, aunque erguido, está todo afectado, consternado, descompuesto, profundamente herido por un daño imperceptible. No me puedo mover. En lenguaje de bailarinas diríamos que estoy en torción emocional. ¿Cuándo se acaba esta canción? Parada frente a la sección de tintes me siento de pronto en una estación de metro subterránea, metálica. Estoy parada en el andén. Un viento fuerte viene de donde llegará el metro. Pasará el tren. Sé que pasará el tren. Podré subir. O podré esperar. Qué hago aquí. Estoy parada otra vez aquí. Recuerdo este lugar. Estación Soledad. Recuerdo este lugar. Pero lejos, como en sueños. Otra vez acá. Veo tu tren partir. Me veo desde adentro de él, desdoblada. Aún espero en la estación. No puedo tomar tu tren pero quisiera. Pero no puedo. Pero quisiera. Me quedo allí mirandote con mi cara de no te olvides de mí y por favor vuelve a recogerme. Y sabemos que puedes no volver. Y que un día puedo yo ya no estar. Pero por ahora, por ahora no. Estaré. Estoy. He juntado todas las cajitas de los tintes de cabello de todos los cambios de color que me he hecho desde que no estamos. Las he juntado, las he pegado con mucho cariño e ingenio y me hecho- mira- este suelo, esta estera. No puedo, lo siento, por ahora irme a casa. Necesito quedarme aquí un rato. Necesito quedarme aquí a esperar. A dormir. A esperar. A esperar que vuelvas. A verte bajar del metro, confundido entre la gente, contento. Con tus flores. Con tus flores. Tú que siempre me traes flores. Con tus flores. Tengo que esperar aquí no tengo frío no tengo hambre no tengo no tengo pasan los días no importa llegarás estarás aparecerás materializado corpóreo no serás un sueño y yo estaré fea y sucia y canosa y con los dientes amarillentos y más flaca pero contenta contenta tan contenta. Sólo espero que me reconozcas. No le vayas a dar las flores a otra.
Sé donde estoy. Estoy en el Plaza Vea de San Isidro parada frente a la sección tintes de cabello. No estoy alucinada. Se donde estoy. Sé que la señorita no se ha movido de sus muy astutos dos metros de prudente distancia. Sé que me está mirando. Es sólo que prefiero quedarme aquí. Quedarme un rato aquí. Aprieto mi chisguete restaurador de cabello que es en realidad un transportador emocional secreto. Basta una apachurradita y ya estoy de nuevo en la estación de metro. Pero ya no estoy parada en el andén. Estoy caminando por los túneles, buscando la salida. El viento en la cara. En el pelo. Entre los dedos. Entre. Sé que afuera brilla el sol es verano. Es París. No sé si estás o no estás caminando a mi lado. Alguien camina a mi lado. Prefiero en mi ensueño no saber. Sé que estoy parada en el Plaza Vea de San Isidro, nunca vengo aquí, parada frente a los tintes de cabello, frente a las damas de la ilusión que me saludan mentirosas. Y tú no estás. Así que prefiero no estar. Prefiero no saber. Prefiero cerrar los ojos y no evitar sentir.

El viento.

viernes, 10 de julio de 2009

El baile

Cuando era chica odiaba el jueguito ese de las sillas. Sencillamente porque solía quedarme sin silla. Ya fuera por lenteja, o porque me daba mucha pena hacer volar a alguien de un potazo. Osea, por lenteja siempre. O tal vez porque los cumpleaños siempre me han puesto nerviosa y encontraba alguna razón para desbarrancarme y querer irme a casa.
Luego vinieron las fiestas adolescentes. Con la cara llena de granos. El pecho. La espalda. Kilos de más. Yo me veía así. Llegaba la música y todas esperábamos A que te saquen. Las chiquillas esperando, los nervios cuando los chicos se acercaban, la decepción al ver que le piden el baile a la de al lado. La rabia de ver la crueldad de algunos chicos que iban mirando fijamente a una chica y luego pedían a la de al lado. A propósito. Juegos crueles de niños que aprenden a ser hombres. A mí, curiosamente y en contra de la imágen de mí misma que yo guardaba conmigo, por lo general me sacaban a bailar. Pero siempre tenía el miedo. Y las veces que no me sacaron me quedó muy claro el recuerdo. La sensación.
También tenía miedo de hacer una fiesta por mi santo, llena de globos y torta y que nadie viniera. Eran las máximas angustias.
*
Ahora que estoy grande he podido comprobar que cuando hago una fiesta por lo general es un puto éxito y vaya Ud a saber porqué la gente puede relacionarla a una con un tonazo, pero esa es una realidad. Otra realidad es que hace años que no hago ninguna fiesta, que ya no me interesan las fiestas y que vivo en Huacondo. Otra realidad es que hace tiempo es otra la fiesta que me interesa. La fiesta del trabajo. La fiesta de las oportunidades que puedan darme independencia económica. La feria de los viajes, del mundo, de las alegrías de mis treintas, de encuentros con personas excepcionales, del reconocimiento de tu trabajo. Porque el reconocimiento trae las fichas doradas de la libertad.
Y yo, no sé ni siquiera cuál figura soy en este baile. No entiendo qué falla. No sé por qué si me siento una princesa traigo este traje de mozo, no entiendo por qué nadie me invita a comer, nadie me saca a bailar. Estoy parada en la sombra de la mejor fiesta a la que haya ido, y mis zapatos negros de hombre que trabaja están rotos y se asoma mi media a rayas, extravagante, estrafalaria, y la media está rota también , se me ve el dedo gordo, se me ve la uña y la uña está negra, la uña está larga, inevitablemente negra y larga, ni siquiera veo el rostro de la gente de la fiesta, no tienen rostro, por más que me esfuerzo no puedo definir, recordar sus rostros. Ahora entiendo. Es que yo no tengo rostro para ellos. Y ellos no tienen rostro para mí.
Yo sólo quiero comer. Yo sólo quiero bailar. No quiero ser amiga de los amigos, no quiero ser la novia del viejo verde director del centro cultural, no quiero ser la hipócrita karmosa, no quiero ser la estúpida diva que no tiene amigos y que se muere de sí misma, sólo quiero ser yo.
Tal vez es que yo me siento una joya y podría en verdad ser sólo una suerte de bola de excremento. Como las bolas de excremento que empujan los escarabajos gigantes del trópico. Pero para estos coleópteros gigantes esa bola de excremento es mucho más valiosa que cualquier joya, porque es su casa y comida, su complento perfecto. Y porque por más sal que le eches a un brillante no te lo puedes papear. Es lo único que tiene valor para ellos. Su bolita de pufi cósmica.

Cuándo conoceré a mi escarabajo laboral?
A mi Tarantino Sudaka
A mi Fellini de Huacondo
A mi Godard Andino-Tropical
A mi manager ciego
A mi productora rebelde?

*
Yo sólo quiero comer de eso.
Yo sólo quiero bailar.
*