Cuando era chica odiaba el jueguito ese de las sillas. Sencillamente porque solía quedarme sin silla. Ya fuera por lenteja, o porque me daba mucha pena hacer volar a alguien de un potazo. Osea, por lenteja siempre. O tal vez porque los cumpleaños siempre me han puesto nerviosa y encontraba alguna razón para desbarrancarme y querer irme a casa.
Luego vinieron las fiestas adolescentes. Con la cara llena de granos. El pecho. La espalda. Kilos de más. Yo me veía así. Llegaba la música y todas esperábamos A que te saquen. Las chiquillas esperando, los nervios cuando los chicos se acercaban, la decepción al ver que le piden el baile a la de al lado. La rabia de ver la crueldad de algunos chicos que iban mirando fijamente a una chica y luego pedían a la de al lado. A propósito. Juegos crueles de niños que aprenden a ser hombres. A mí, curiosamente y en contra de la imágen de mí misma que yo guardaba conmigo, por lo general me sacaban a bailar. Pero siempre tenía el miedo. Y las veces que no me sacaron me quedó muy claro el recuerdo. La sensación.
También tenía miedo de hacer una fiesta por mi santo, llena de globos y torta y que nadie viniera. Eran las máximas angustias.
*
Ahora que estoy grande he podido comprobar que cuando hago una fiesta por lo general es un puto éxito y vaya Ud a saber porqué la gente puede relacionarla a una con un tonazo, pero esa es una realidad. Otra realidad es que hace años que no hago ninguna fiesta, que ya no me interesan las fiestas y que vivo en Huacondo. Otra realidad es que hace tiempo es otra la fiesta que me interesa. La fiesta del trabajo. La fiesta de las oportunidades que puedan darme independencia económica. La feria de los viajes, del mundo, de las alegrías de mis treintas, de encuentros con personas excepcionales, del reconocimiento de tu trabajo. Porque el reconocimiento trae las fichas doradas de la libertad.
Y yo, no sé ni siquiera cuál figura soy en este baile. No entiendo qué falla. No sé por qué si me siento una princesa traigo este traje de mozo, no entiendo por qué nadie me invita a comer, nadie me saca a bailar. Estoy parada en la sombra de la mejor fiesta a la que haya ido, y mis zapatos negros de hombre que trabaja están rotos y se asoma mi media a rayas, extravagante, estrafalaria, y la media está rota también , se me ve el dedo gordo, se me ve la uña y la uña está negra, la uña está larga, inevitablemente negra y larga, ni siquiera veo el rostro de la gente de la fiesta, no tienen rostro, por más que me esfuerzo no puedo definir, recordar sus rostros. Ahora entiendo. Es que yo no tengo rostro para ellos. Y ellos no tienen rostro para mí.
Yo sólo quiero comer. Yo sólo quiero bailar. No quiero ser amiga de los amigos, no quiero ser la novia del viejo verde director del centro cultural, no quiero ser la hipócrita karmosa, no quiero ser la estúpida diva que no tiene amigos y que se muere de sí misma, sólo quiero ser yo.
Tal vez es que yo me siento una joya y podría en verdad ser sólo una suerte de bola de excremento. Como las bolas de excremento que empujan los escarabajos gigantes del trópico. Pero para estos coleópteros gigantes esa bola de excremento es mucho más valiosa que cualquier joya, porque es su casa y comida, su complento perfecto. Y porque por más sal que le eches a un brillante no te lo puedes papear. Es lo único que tiene valor para ellos. Su bolita de pufi cósmica.
Cuándo conoceré a mi escarabajo laboral?
A mi Tarantino Sudaka
A mi Fellini de Huacondo
A mi Godard Andino-Tropical
A mi manager ciego
A mi productora rebelde?
*
Yo sólo quiero comer de eso.
Yo sólo quiero bailar.
*
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9 comentarios:
Kareen, lo diré todo: excelente post, me gustó mucho lo que has dicho y cómo. descarnado como siempre. a mi también se me vuelve una máxima angustia hacer una fiesta por mi santo... terrible!! tendría que decir que irás tú para que sea exitosasa? jajaa!! saludos!!
Comparto muchas cosas que tu, prefería no ir a las fiestas por muchas razones, nunca me gustaron las fiestas formales, y a las infomales nunca me gustó ir por el simple hecho de que podíamos hacer mejores fiestas con mis amigos. Los cumpleaños siempre fueron angustiantes, el estar alistando cosas y para el cumpleaños de ti mismo, nunca quise hacerlas, solo lo hice una vez y con todo el escándalo y la suciedad en que quedo la casa... nunca mas.
Ahora prefiero irme de fiesta o de viaje, es mejor así... ademas es rico terminar de trabajar y encontrarte con la persona que quieres y con tus amigos. por lo menos de vez en cuando.
Saludos K.
Queridísima K,
Si bailaras sin parar, se te hincharían los pies. Estoy leyendo Las conversaciones entre Walter Murch y Michael Ondaatje. En una de ellas M. le dice a O. que lo mejor de establecer Zoetrope -la porductora de Coppola- en San Francisco es que hay menos trabajo que al sur, en Los Angeles. Eso les da tiempo para proyectos personales, lecturas, aficiones, etc. Todo eso tendrá siempre un impacto en sus películas. Y es cierto que sus pelis han sido geniales. (Hace un par de días vi justamente La Conversación, una de las primeras pelis de Coppola. Que no se trata de la versión fílmica del libro mencionado. Son casualidades.)
Me pregunto si estás de bajón anímico laboral. Aprovecha el descanso guapa, vas a ver que pronto te sacan a bailar. (Quizás sea una canción que no te gusta y tengas que decir no.) :)
Estimado Noseasloco
Muchas gracias por su koment.
No sé si funcione el experimento...en todo caso lo autorizo de forma inmediata. Me cuenta como le fué y tal vez lo convirtamos en una performance.
Muchos saludos para Ud.
K.
Amable Sid:
A mí me encantaba ir a las fiestas. Sólo que las odiaba con ese amor de bolero. De todas formas , sus propuestas de cómo pasar el tiempo ocioso me parecen deliciosas.
Abrazos para Ud,
K.
Queridísima Caelicola
Es muy cierto eso del baile, doctora.
No va por allí el asunto. Este año he tenido, tengo y tendré - Gracias al Acuático y Todopoderoso-Mucho trabajo. Buen trabajo además. Proyectos de los que me siento feliz. Con directores fantásticos, colegas maravillosos... de verdad, es un año especial y estoy muy agradecida por eso. Pero no son trabajos que me hagan ganar el gran dinero, ni que me permitan comprarme una casa o irme de viaje. - Ojalá ! A algún festival, eso puede ser- pero no de placer, sabes, al caribe, que está aquicito nomás y debe ser tan cálido... la piña colada debe ser dulce y alcohólica y tus pies en la arena blanca, tibia... yo personalmente, me iría a Jamaica. Por el reggae. Ajajajaj.
Hay que escribir, para que a una no le crezcan flores negras de tanta espera, de tanto quejarse, de tanto no hacer.
Muchas gracias por tu Koment.
Abrazos,
K.
Descriptivo y poético a la vez. Te felicito, Aioria90.
Bellísimo, bellísimo.
Cuando quieras bailar avisa......yo tambien hace tiempo que no bailo.....y no solo te hablo del baile que seduce los cuerpos, que los deshinibe sino tambien del baile de la contemplacion de la vida, del cine y la literatura.
Aunque el primero es mas sensual y lo podria iniciar con cualquier salsa de la Sonora Ponceña y terminar bailando un Bolero de Hector o un Bossa de Maria Bethania.....mas deseo el otro el que suele empezarse con una conversacion que no solo alimenta el cuerpo sino tambien el alma.
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