Y con roche. Nunca me ha servido de mucho. Ojo que no dije soy linda, ni simpática. Toy buena como para llevar por kilos. No lo digo por joder, ni menos por provocar. Es la puta verdad. Tengo treinta años. He sufrido todas los tormentos posibles de la ricura. Por lo menos, denme la posibilidad de descargarlo y escribirlo.
Es mucho más cómodo ser normal. Creo que solo una fea de verdad puede conocer los extremos a los que nos lleva una característica física en nuestra sociedad. Que nadie te quiera por fea. Que nadie te quiera por rica. Que te teman por la misma razón. Es tan fea que da miedo, es tan guapa que da miedo.
Si me ves ahora, dirías que tampoco es para tanto. Y es verdad. Me las he arreglado para pasar piola. He chupado hasta desfigurarme, he fumado hasta desaparecer. Mi pelo, el último continente de mi rabia, es pues seco, árido, inhóspito. Mi piel tiene capas y capas finas de desencanto. Telarañas. He aprendido a caminar como hombre, a cargar chaveta y a ser fuerte. A vomitar sola. Sobre todo, he aprendido a dar miedo, a pasar por loca, a que sepas que te la clavo sin duda, no la tengo aquí de adorno, gonorrea de mierda, ven pa´ clavarte reconchatumadre. Vivo sola desde los 18. Mujer sola no busca, encuentra.
Mi mami, que es pintora, me bordó flores de colores en mi mandil del nido. Era gris cielo-de-Lima, no tan gris como los uniformes de los mayores, que eran grises, pero gris rata, y estaba divino con las flores. Me gustó mucho cuando lo ví, pero no me gustó más cuando llegué al nido. Los ojos de mis compañeritas en las flores de colores. La compañerita lloraba en brazos de su mami porque no quería entrar a clases. No más. No llora. Mira mi mandilito atrapada entre el estupor y la rabia. Sorprendida por la violencia de su corazon pequeño y agitado. Mami ya no la mira, tampoco. Mira a la nenita rubia de rizos con su mandilito con flores. Por que soy rubia, encima. Natural. Está tan rica. Podría morderla. Mandilito-con-flores se pone tensa. Esconde el mentón en el pecho. Fija el ojito fiero. En el recreíto, mientras las niñas comen sus galletas con mermelada, sienten un pinchazo en el rabo del ojo cuando pasa Mandilito-con-flores, y simplemente voltean, ríen y continúan su cotorreo de mujeres grandes. Cierran sus pequeñas espalditas venenosas. Mandilito-con-flores no tiene con quien comer, porque en el fondo es tímida. Vomita cuando le habla un chico, y todavía no sabe hacerlo sola. Pero a lo lejos, detrás del campo de arena, detrás de los columpios, un niño solo se come los mocos. Los niños que se comen los mocos no dan miedo. Hola. ¿Quieres galletas con mermelada? Come, come. Tengo muchas.
Si. Lo mejor que me ha dejado esta característica física, ha sido eso. Terminó por empujarme hacia los más raros, hacia los más difíciles, hacia los más inteligentes y hacia los que estaban simplemente perdidos. Buenos muchachos. Pero yo, como muchos, quería estar en todos lados, y que todos me quieran. He sido ingrata con la gente con la que realmente paré en el colegio. Acabé y no volví a pisar nunca ese campo de crueldad. Si alguno de ustedes lee esto por azar, sepan que nunca los olvidé y que siento no soportar volver a verlos.
Me vino a regla a los 11. Tenía curvas desde los diez. A los trece empecé a fumar, a los catorce a chupar y a buscar a mi amor. Era alta, no me pedían documentos. Las fulanas de mi clase seguían odiando a Mandilito-con-flores, que para ese entonces aun no sabía sacar la chaveta. Me jodían día y noche, me jodían todo el puto día. Tuve muchas ganas de morirme muchas veces. Gracias a ellas leí a Sartre a los 14, a Hesse, a Nietche, a García Marquez, a cualquier mierda que me sacara de la realidad. Leí mucho. Actué mucho. Toqué en una banda Punk. Fumé bastante hierba. Hace poco me encontré con una de ellas, intercambiamos un par de palabras. Domingo, un parque, nuestros hijos jugando. No se que cojudez me cuenta y reconozco nuevamente el airecito excluyente, la sinrazón para agarrarte rabia, la cachita de la que se sabe tristemente mediocre para siempre y desde siempre, pero respaldada. Me cuenta entre otros, que no piensa poner a su bebe en nuestro colegio, porque la gente allí era demasiado cruel. Hubiera querido reírme. Hubiera querido reírme muy fuerte en su cara de niña vieja, podrida y verde y decirle No, perra, no era cruel el colegio, eras cruel tú y tu corro de perras autocompasivas. Pero no se que galletita antigua se me atravezó en la garganta. Miré a mi niñita hermosa, bellísima, jugando en este carrusel oxidado frente al mar. Guardé la chaveta. No dije nada. Dije algo gracioso e irreverente, algo que hiciera que la fulana esta me quiera aunque sea un poquito, aunque sea por risa. Que quisiera a mi preciosa hija aunque sea un poquito, en contra de su naturaleza de eterna-aquí-la-bebe-soy-yo-denme-atención-a-mi. Aunque sea por risa. Rió.
Soy guapa. Todavía soy muy guapa. Cuando me alegro. Cuando me arreglo. Cuando me tomo una traguito y me siento enamorada. Sobre todo me pongo guapa cuando me miran con ganas. Nunca me sirvió para mucho.
domingo, 14 de octubre de 2007
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8 comentarios:
guapa inteligente y divertida con roche. De nuestros años en el colegio recuerdo tus winston rojos (q perduran), tu delineador negro (hasta hoy) y una coca cola bien cargada porfavor, un poeta y un café rosa. Qué años tan raros... Je t´ame guapa!
Esto está muy bien escrito y conmueve porque es --o parece-- veraz (ambos son lo mismo). Besos.
dios, tu tambien escribes de la putamadre. eres guapa con roche y escribes bien con roche. putamadre, y seguro eres 100% hetero porque aun no se ha inventado la mujer perfecta para mi. y si es que ha sido inventada, cuando me la encuentro me parte el corazon como quien rompe el vasito de plastico de la chicha morada de a china que se tomo para la sed. eso soy, un vasito misio de chicha morada que se toman cuando tienen sed. yo era un antisocial en el cole, los odie a todos, los odio todavia, sobre todo a la chica que me gustaba porque era una completa tarada que elegia de novio al mas tarado de todos, al que no me llegaba a la suela de la taba (patron que se ha repetido hasta ahora poco entre las chicas que me gustan).
que importa que la historia sea veraz, esta bien contada. señor alegria, detesto su columna en peru21.
Muchas gracias por sus palabras.Por su tiempo. Por conectarse.Un abrazo fuerte a los tres.Muchas gracias de nuevo. Me encanta cuando me dicen cosas lindas de mí o de mi trabajo. Qué verguenza pero es la verdad. Sólo que no sé muy bien como contestar.
Supongo que la gente normal dice Muchas Gracias. Gracias.
Soy heterosexual.
Alonso Alegría es mi pata.
Me encanta que digan lo que piensan.
Gracias.
no se si eres guapa, pero escribes muy bien. Llegue hasta aqui por un amigo comun, que se llama Pablo.
Es un placer leerte.
Javier
Tu historia es muy buena, sobre todo con la fuerza y crudeza que la cuentas...
Y recuerda siempre que la belleza real, la belleza infinita est'a en el alma, en ese rinconcito del que pocas veces nos acordamos.
Saludos Sra. K.
Aká, cumpliendo la promesa de leer sus primeros posts (ahora que no escribe con frecuencia).
Me sorprenden un par de cosas.
Primero que, al menos en el post (pero imagino que en la realidad también), no se haya reconciliado con su pasado.
Que aún le tenga cólera, que sienta que aún la vida le tiene deudas pendientes (ya caducas), que aún ande esperando cosas del pasado.
No sé. Suena fácil decirlo, pero como que no es muy saludable.
O sea, no es saludable para uno definirse en función de otros, o manejarse en función de darle la contra a otros.
Bueno, esto es claro cuando uno ya tiene algunos años y uno no lo tiene tan claro cuando anda por entre los 10 y los 20, pero me parece que luego de eso uno debe reconciliarse con su pasado, con su vida.
Y, si no fue taaaaaaaaaaan bueno, saldar cuentas.
Y ponerlo en la dimensión que merece: como una película ya vista (y acabada).
Porque suele pasar que, cuando uno "revisa" su vida cuando ya está más en calma, a veces los hechos ni resultan tan importantes, ni tan decisivos ni fueron, en realidad, tan malos.
Por ejemplo, de su post, me resultan muy chéveres estas imágenes:
- La natural cercanía y complicidad que se da entre niños desconocidos y asustados. La ternura que despierta una niña diciendo: "Hola. ¿Quieres galletas con mermelada? Come, come. Tengo muchas".
- O la imagen de su mamá poniéndole flores a su gris uniforme.
Qué chévere.
Qué tierno.
- O la posibilidad (que imagino que bien-aprovecha) de "solucionarle" cosas a su hijita, pensando un poquito que al ayudarla o hacerle mejor su vida, también está haciéndole mejor la vida a la-niña-que-usted-fue.
"Miré a mi niñita hermosa, bellísima, jugando en este carrusel oxidado frente al mar..."
Imagino que estas cosas que les comento ya deben ser cosas "superadas" en usted.
Que ya reparó en ellas.
Que ya le jodieron en su momento.
Y que el post fue como una catarsis, un sacarse algo de encima.
Porque todo el mundo tiene derecho a sentirse guapa/guapo.
Y a sentirse cómodo con su vida.
Y a vivir reconciliado con su pasado.
Y en el mejor de los casos, hasta queriéndolo
(por único, por-de-cada-uno y no porque haya sido perfecto. Que ninguno lo fue/lo es/ lo será).
Saludos.
Sigo leyéndola.
J.
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