viernes, 29 de enero de 2010

Cuzco, nuestro Cuzco.

Bajo las aguas.
¿Porqué no pasaron todas estas cosas un mes atrás, durante la cumbre de Copenhague?
- Cuzco atrapado por las lluvias y huaicos. Paredes de Macchu Picchu colapsan. Miles de personas atrapadas.
- 27 ciudades en emergencia por lluvias y aluviones en Brazil.
- Rusia con toneladas de hielo encima.
-Todo Europa con una ola de frío que paraliza ciudades enteras.

Han escuchado acerca de las antenas HAARP ?
Googleen eso.

Análisis emotivo-preventivo, por Cesar De Maria- ...Genial.

Alegre con Alegre dura. Alegre con Triste dura hasta que Triste vuelve triste a Alegre. Alegre con Rabioso no dura pero es divertido. Triste con Rabioso acaba mal. Rabioso con Rabioso hace que parezcan Alegres. Triste con Triste dura mucho, hasta que uno se vuelve Rabioso. Indiferente es el que más dura con Rabioso, con Triste y con Alegre, porque los vuelve Indiferentes pero así no tiene gracia.

Cesar De Maria

martes, 26 de enero de 2010

sin título



Así. Así cómo. Tú sabes cómo. Cómo. Así.
*
Por qué haces esto. Esto qué. Esto. No sé de qué me hablas. No asumes nada. De qué me hablas. De nada.
*
Porqué te alejas. Tú sabes porqué. Vas a volver a eso. Eso está allí. Y no me puedes perdonar. No se trata de perdonar. De qué se trata entonces. De no repetir. Y no me puedes perdonar.
*
Te cuento. Me parece pésimo.
*
En qué piensas. En nada. Pienso en tí. Yo también. Sólo en tí. Sólo en tí. Solísimo en tí. Solicicísimo en tí. Te amo. Yo más.
*
Me duele aquí abajo, adentro. Creo que son mis tumores. Creo que me voy a morir. Tengo miedo.
*
Silencio. Ya no estás. Por fin.
Por fin.

Dónde estás.
*
Te amo. Se nota. Yo también te odio. Qué has dicho. Que te extraño.
*

domingo, 17 de enero de 2010

Demasiado fuerte - Haiti no existe

Cualquier cifra de muertos es falsa. Para que el número de víctimas del terremoto de Haití se acercara algo a la realidad harían falta dos cosas. La primera es que alguien los hubiera contado, supiera cuánta gente estaba comprando a las cinco de la tarde del martes en el supermercado Caribe o cuántos niños de hasta cinco años durmiendo la siesta o jugando en la guardería Le Petit Prince. Pero nadie lo sabe. Tampoco nadie ha contado cuántos cadáveres han sido quemados ya en las esquinas o cuántos continúan abandonados en medio de las calles -el reportero perdió este sábado la cuenta al llegar a 20 tras la primera media hora de recorrido por el centro de Puerto Príncipe-. La segunda cuestión necesaria es que aquí, en este país antes llamado Haití, hubiese algún tipo de autoridad, municipal o estatal, que tras el seísmo se hubiese hecho cargo de la situación. Pero Haití ya no existe. Su capital sólo es ya un inmenso cementerio en ruinas por el que pasean sin saber hacia dónde millones de personas convertidas en vagabundas.

*

Ivania y sus dos hijas forman parte de ese ejército silencioso. Al pasar por la puerta de la morgue privada La vida eterna se tapan la nariz con sus camisetas. Seis cadáveres sin siquiera cubrir se agolpan en el garaje sin rejas de la funeraria. Uno más está tirado en plena acera. Después de cuatro días al raso, tal vez sea mejor no describir su estado ni el olor que desprenden. Dicen los vecinos con naturalidad que los cuerpos están ahí porque ya dentro no caben más. Ivette se santigua y relata: "Esta ropa que llevo puesta y estas dos hijas que me acompañan son todo lo que tengo. De mis otros cinco hijos no he vuelto a saber desde el día del terremoto". Cuando se le pregunta adónde se dirige, Ivania responde lo que todos: "No sé. A intentar buscar algo de comida. Hace días que no he probado nada".

Todo el mundo habla del número probable de muertos, del último niño rescatado milagrosamente por un bombero europeo que sale sonriente en los telediarios o de la inminente llegada de Hillary Clinton y de sus 10.000 soldados. Pero nadie habla de esa riada interminable de mujeres y hombre silenciosos que deambulan como sonámbulos por una ciudad que, mal que bien, era la suya. Sabían a dónde dirigirse cuando tenían un problema de tráfico, o de salud, o cuando querían comprar un medicamento o un pantalón para sus hijos. Ya nada de eso es posible. El terremoto se llevó hasta el último resquicio de vida cotidiana. Lo hizo en menos de un minuto, pero con una eficacia mayor que muchos meses de bombardeo. Tampoco están las autoridades. Ninguna. La última imagen del presidente René Preval es la de un hombre que balbuceaba ante las cámaras, sin corbata y con los pantalones sucios, que había tenido que abrirse paso entre cadáveres, eso dijo, y que esa noche, la primera tras el terremoto, no sabía dónde iba a dormir. Pero ya han pasado cuatro días con sus noches y nadie sabe a ciencia cierta dónde está Preval ni quién manda en Haití. Tal vez no se sabe porque ya no manda a nadie. O porque, como dice Bernard, un funcionario haitiano que acompañó al reportero en su recorrido por Puerto Príncipe, "el país ha desaparecido, Haití ya no existe".

Sólo existen cadáveres y gente que anda, y niños rotos que lloran toda la noche junto a la tapia del hotel, fundiéndose su dolor con el sueño, con las imágenes repetidas de los cadáveres sin sepultura. Lo que queda de Haití se resume en los carteles improvisados que, en francés y en inglés, van apareciendo en las calles. Dicen: "Necesitamos ayuda". Pero nadie parece leerlos, porque cuatro días después del terremoto la ayuda internacional sigue siendo una anécdota, gestos de buena voluntad descoordinados, sobrepasados, impotentes. Son dos bomberos franceses llegados de Niza que solos y sudorosos introducen una y otra vez sus cuerpos por el esqueleto de un edificio que ya ha arrojado 20 cadáveres. Son unas enfermeras belgas que hacen lo que pueden ante una avalancha de gente que implora un calmante para sus hijos. La misma avalancha que se agolpa ante la puerta de una base militar controlada por la ONU cercana al aeropuerto. Son personas enfermas y heridas que quieren acceder al hospital de campaña instalado allí. Una mujer con muletas, otra con la cabeza vendada, una tercera apoyada en otra más joven, probablemente su hija. El guarda de la puerta va a dejarles entrar, pero un soldado de la ONU llega entonces, se interpone entre la veintena de heridos y el guarda y grita:

-No deje entrar más heridos.

El del fusil obedece y cierra la puerta. Luego, como si su actitud necesitara de una explicación, el soldado de la ONU dice: "Es que ya no hay más medicamentos". Hasta este sábado al menos, la ayuda internacional sólo era buena voluntad y poco más. Su imagen más gráfica es la de un camión lleno de bomberos de Los Ángeles con sus trajes azules impolutos y sus cascos amarillos relucientes varados en medio de un caos de tráfico, de gente que quiere huir del infierno en autobuses atestados. De un infierno que empezó a perder la calma. Se escucharon tiros en el centro de la ciudad. En una calle que antes era comercial y ahora es el decorado imposible de una película de dolor y miedo.


http://www.elpais.com/articulo/internacional/Haiti/existe/elpepuint/20100116elpepuint_21/Tes

viernes, 15 de enero de 2010

Haiti

TERREMOTO HAITI - DONACIONES PARA LA TRAGEDIA. Estas son las direcciones de la Unisef en Perú LIMA: Sede: Parque Melitón Porras 350, Miraflores Teléfono: 213-0707

domingo, 3 de enero de 2010

Buen Viaje Juanito

Siempre he tenido una suerte de sexto sentido, lo que en mi familia no extraña a nadie, sobre todo a las mujeres, que somos todas artistas, filósofas cotidianas, videntes o locas, y en muchos casos las cuatro cosas a la vez.
Este año nuevo me sentía mal. Es normal para mí estar extra sensible en estas fechas, pero estaba especialmente desesperada. Tengo un problema personal- quién no-, pero tengo salud, mi hija y mi familia también, así que Porqué esta sensación.
Llamé a todos mis amigos, o intenté hacerlo con el pensamiento. Me he golpeado el pie y estoy coja, molesta también con eso porque cómo caraxo vas a recibir el año con el pie derecho si lo tienes cojo, digo. Malestar en el aire. Garúa mortífera que no cesa.
Abro al día siguiente el Facebook. Siento la buena vibra y el positivismo de todos y me provoca profundamente y como un deber de franqueza, poner Me llega todo al repin...xxx , que no poseo pero comprendo. Me pareció uno de esos casos en los que la franqueza es de mal gusto, que sería una cyberpinchallantas y que, peor aún, atraería la atención sobre mí por mi mala leche y pesimismo. Nika.
Calladita sigo recibiendo los flujos de buena onda, desesperada pero feliz por mis amigos, deseando poder acompañarlos en su sentimiento.
Y entonces leo: Juanito a muerto. Don Juan ha muerto.
Triste, recuerdo la última vez que lo ví y lo posteo. Cierro los ojos. Es normal. Estaba viejito. No debe ser agradable estar tan viejito. Debe sentirse mejor, etc. Cierro los ojos. Juanito.
*
Hoy por la mañana me despierto y leo el diario. Leo las noticias del día desde atrás, como siempre y dejo la noticia del día, la del aluvión en Comas, para el final. Espectáculos, cultura, ¡Qué increíble, van a traer las pinturas de Dalí!
Miro un poco más abajo por casualidad, por que la nota era chica, por que viene Dalí, porque tal vez mi ojo quería seguir cerrado, cerrado, cerrado.
Es una notita breve de José Gabriel Chueca, y se titula Año Nuevo Sin Juanito. Puso esto:

Año nuevo sin Juanito

Don Juan era tajante: “La bodega siempre debe atender en Año Nuevo”. Era la orden de quien aprendió desde muy pequeño, en Lambayeque, donde nació, el 16 de diciembre de 1912, que uno se hace trabajando.

Lo supo por su mamá, que no la tuvo fácil, y por un patrón genovés, que conoció ya en Lima. Él tenía 12 años, y 75, el italiano. Trabajaron juntos doce años y, luego, él le reconoció lo chambero a Juan a despecho de sus propios herederos.
Así llegó Juan Casusol, en 1937, a su bodega en la avenida Grau, en la plaza de Barranco, atrás de cuyo mostrador recibió a alcaldes, presidentes, poetas, pintores y músicos. Desde ahí vio, también, cambiar el país...

En los 80, poner un baño de mujeres, por ejemplo, representó un cambio casi ideológico. Las damas siempre han sido, discreta pero significativamente, una prioridad en la organización del Juanito.
Quizá esa característica, así como privilegiar siempre la conversación y valorar la amistad –y ese infalible método de selección de meseros– hayan sido lo que le ha permitido a esta bodega conservar el espíritu de barrio en un distrito en el que los cambios llegan como aplanadora.

Sobre el Juanito se podría escribir una tesis. Esta vez, me limitaré a agradecer a Juan y a sus hijos no haber vendido su local, no haber subido indolentemente el precio de la cerveza, haber procurado siempre cerrar lo más tarde posible, haber mantenido sus sánguches y haber sido un acogedor lugar abierto para todos, más confiable que cualquier institución financiera.

Pero este primero de enero el Juanito no abrió. Pasó lo único que podía tener a los tres hijos ocupados a la vez: el fallecimiento de don Juan. Un abrazo para los Casusol.

Y entonces llegó, pues. Mi Silvia y yo de trece años recorriendo los malecones, conociendo el Juanito por que era el bar al que iba su mamá de universitaria, había oído ella. Yo recuerdo la fachada del Juanito y su fondo oscuro, una vez que pasé por Barranco cuando tenía unos siete años, lo recuerdo junto con las fachadas de las casas preciosas de dos colores, sumidas en los misterios de la bruma y de la historia. Lo recuerdo con los artesanos del parque, como el mar visto desde el malecón, hoy y siempre el mismo. Recuerdo ese día como el primero que ví Barranco, y recuerdo el deseo lúcido en mi corazón, Yo quiero vivir aquí. Yo voy a vivir aquí.
Llegan pues, llegan. Todos los recuerdos casi olvidados a la fuerza, toda la juventud de bar, todos los años nocturnos donde el Juanito fue mi casa, mi hospital, mi manicomio, mi templo también. Años de Morrison. Un día me dijo Rolo, Nosotros te conocemos desde chiquitita, sentí una mezcla curiosa de vergüenza y orgullo. Fue la primera vez que me di cuenta de que había empezado realmente temprano a vivir mi vida. La primera vez que me dí cuenta de que en ese bar había una familia. Y que de alguna manera, tácita, silenciosa, yo pertenecía a esa familia como ellos a mí también.
Ayer sepultaron a Juanito. Siempre sentado en su mesita, con su taza de café. Nosotros te conocemos desde que eras chiquitita. Ayer sepultaron a Rafael Delucchi, pájaro, mi hermano. Todas las tardes tomaba su café y su sanguchito allí, luego alimentaba en casa a sus jaguares. Antes de morir, una chica despechada le había puesto en la parte trasera del baño de chicas Rafael deLucchi, pajero. Él, muerto de risa y con mucho arte, modificó el lema poniendo Rafael Delucchi, pájaro. Aún hoy se puede ver.
Aún hoy se puede ver.
Hoy mi melancolía es este mar de siempre, sin límites. Sé que es éste sentimiento el que, al contrastarlo con las alegrías que vendrán mañana, hará que todo se sienta más profundo, más rico, más intenso.
Pero hoy sólo quero estar callada. Callada hasta que llegue la noche. Callada para fortalecerme. Para enfrentar. Para acostumbrarme. Callada para volver a sonreír por dentro. Yo no tenía el teléfono de Juanito. No lo veía para almorzar. Pero lo quería con todo mi corazón. Como a muchos de ustedes.
Por que son parte de mi vida.
Pero no quiero terminar esta nota triste. Quiero pensar q esto no es más q un hasta luego. Que ya nos encontraremos en el otro Juanito, en el del más allá, a puerta cerrada.
*
En FB no lo vas a poner en 1ro de enero, porque es mala onda. Pero en kojudópolis puedes poner lo que quieras, porque quisiera que ésta sea como la sala de mi casa, y mi sala ha sido siempre un poco un hospital, un manicomio, un templo también.
Los quiero mucho, y , a mis amigos, kiero verlos más.
K.

viernes, 1 de enero de 2010

Nos dejó Don Juanito Casusol



Juanito...
Querido Juanito...
Suave
Viejito
como de algodón
como de telaraña
como de ensueño
La última vez que lo ví lo abracé y casi lo rompo
me sentí tonta y joven
Dulce y querido Juanito
Que Dios lo bendiga
y
mucho
+
Su Bar Sr., es tan importante para mí como Pink Floyd, como el ceviche, como el malecón mismo. Tantos amigos, tantas historias, tanta vida. Así le dije siempre.
GRACIAS.